jueves, 15 de noviembre de 2007

Dalí en la mesa.


Dalí, siempre que venía al Restaurante Duran, era servido en el Celler de Ca la Teta, rincón emblemático de nuestro establecimiento, que conserva la decoración del que fuera nuestros inicios en el 1855.
En la mesa de Dalí siempre había un ramo de nardos, su flor favorita, que siempre ofrecia a Gala antes de empezar a comer.
Aunque podía permitirse fantasías gastronómicas, siempre prefería platos sencillos y caseros. No miraba a la carta a la hora de pedir: preguntaba al maître qué había aquel día que fuese fresco y lo escogía rápidamente.
A Dalí no le gustaba lo que habia pasado por la nevera. Entonces las neveras eran armarios de madera que se enfriaban con barras de hielo. Posiblemente notaba en los alimentos aquel olor especial de delataba que habían sido conservados entre trozos de hielo.
Dalí bebía agua embotellada sin gas y apenas dos copas de vino de Rioja.
Limpiaba personalmente la fruta con el agua mineral que tenía para beber.
No le gustaba los cubitos de hielo en la fruta ni en las bebidas.
Llegado el momento de los postres, recomendaba a sus invitados la botifarra dolça. El mero hecho de pronunciar el nombre del plato causaba mucha curiosidad entre sus invitados. El resultado de la degustación no estaba a la altura de la expectación que creaba.
No tomaba ni cafés ni licores, sólo infusiones de poleo

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